Nos despertamos a las 7,30, pero hasta las 8 nos hacemos los remolones. Después del aseo matinal, mi marido da de comer a todos los animales, mientras yo voy a ver el huerto y busco la madera para encender el fuego y hacer el pan tostado.
Sobre las 9,30, sacamos las cabras a pastar. Normalmente, no quieren ir muy lejos de la casa, y a las 10,30 estamos de vuelta. Las metemos en el corral y empezamos a hacer las tareas de la finca: labrar, montar los detalles que faltan de la casa, cuidar el huerto...los lunes, miércoles y viernes mi marido baja al pueblo a comprar pan y lo que necesitamos, a las 12,30. Trae el agua para beber y para llenar el depósito de la casa.
A la 1,30 o 2 preparamos la comida. Reposo hasta las 4 de la tarde, cuando reiniciamos las tareas: carga de agua en el depósito de la casa, continuación de las tareas con los olivos, regar el huerto... A las 6, sacamos a las cabras otra vez, y hacemos un paseo más largo, hasta que quieren volver a casa. Van pastando lo que quieren, y a veces no quieren irse de los alrededores: es curioso, yo que al principio tenía miedo de que se escaparan monte allá, y al contrario, a veces hay que obligarlas a salir, son muy comodonas, y como tienen en el comedero trigo y maíz, y les damos ramas de olivo, pues dicen que se quedan allí.
Sobre las 8 y media ordeñamos, ponemos en marcha el grupo electrógeno, cenamos, vemos un poco la televisión, usamos el ordenador, y a las 10,30 o 11 nos vamos a dormir.
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