Esta mañana, en la visita que hago a mis quesos en cuanto me levanto, he visto que el quesillo tenía unas pequeñas líneas verdosas en la superficie: son los mohos Penicillium, que han venido a visitarnos. Estos son los mohos que forman los quesos azules, como el Roquefort o el Cabrales. ¡Ojalá vinieran para quedarse! Pero para que prosperen en el queso, se necesitan condiciones ambientales muy determinadas, que sólo se dan de manera natural en las cuevas de esas zonas. Hay queseros que los inoculan de manera artificial, pero yo prefiero ver qué pasa naturalmente, con la flora microbiana de esta zona. El queso azul me encanta...
Lamentablemente, esta tarde las manchas azules de mis mohos han desaparecido, transformándose en manchitas amarillas. ¡Qué le vamos a hacer! Anda que si me sale un queso azul...con lo valorados que están en el mercado...Ya lo veo en mis sueños: Nueva denominación de origen aprobada en Cataluña: los quesucos Robin d´Ebre consiguen el primer premio en la feria de quesos internacional...
Aquí está el queso que nos sacará a todos de la miseria...pero no es azul.
Lo que sí quiero remarcar es la enorme vida que hay en un queso; fijáos que no sólo cambia día a día, sino incluso en una misma jornada podéis observar cambios, si lo vais mirando en diferentes momentos.
Hasta ahora hemos comentado el aspecto exterior. Mañana voy a pesarlos, y seguiremos también la evolución en la variación del peso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario