miércoles, 15 de diciembre de 2010

TIERRA FERTIL, TIERRA ESTERIL





Esta mañana hemos ido a nuestro bosque a buscar leña: hace un frío que pela y la estufa traga que da gozo. Eso sí, tenemos la casa a 18 grados. Nuestro bosque linda por el oeste con una finca plantada de olivos. Mientras estábamos cortando un viejo pino seco que estaba tumbado en el suelo, me he dado cuenta: cómo es posible que en un momento, pasemos de la húmeda y musgosa fertilidad del bosque a la seca aspereza de la tierra labrada en exceso por el ser humano. No he podido dejar de compartir esto, y he hecho estas fotos: la perra Troya marca el límite de ambas propiedades. El suelo del bosque es de color marrón oscuro, y está repleto de gotas de humedad, retenidas por el humus y la vegetación. La tierra de la finca cultivada es de color marciano, arcillosa, y está seca y pedregosa. En fin, para reflexionar largamente sobre métodos de trabajo del suelo agrícola, y los efectos que produce el laboreo excesivo de las capas superiores del terreno. Y además, en la zona cultivada, la lluvia hace regueros, y el agua de escorrentía va erosionando cada vez más la finca, dejando al descubierto las raíces superficiales de los árboles. Mientras en el bosque, el agua de la lluvia es absorbida de inmediato, pasando a infiltrarse en el subsuelo a disposición de las raíces de las plantas que lo habitan.
En fin, yo lo tengo bastante claro...no pienso labrar mi finca. Cabras y pastoreo.

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