jueves, 10 de marzo de 2011

MI CASA ES EL MUNDO (TOMA YA)


Las personas que nos vienen a visitar se quedan algo o bastante extrañadas de que nos guste vivir en nuestra humilde casita. Aunque todos lo habéis disimulado muy bien, pero yo lo veo todo, muchachos...pues os voy a decir una cosa: en lo más crudo del invierno, lo máximo que hemos estado metidos dentro de la casa ha sido...cuatro horas y media durante el día. Media hora para desayunar, una hora para comer, y tres horas al anochecer, hasta irnos a dormir. Y ahora que ya ha llegado el buen tiempo...es que ni entramos para comer, ponemos la mesa al lado del horno, y hoy hemos cocinado del horno a la mesa. ¡Lo bueno está fuera, muchachos!

Yo no soy mujer de cosas materiales. Nunca lo he sido, y por eso no he pensado mucho nunca en el dinero, porque para tener dinero, hay que quererlo, cuidarlo y estar por él. Yo soy mujer de espacios abiertos, de tierra ancha; hubiera disfrutado yo naciendo en la época de las grandes exploraciones geográficas, con Amundsen y Scott, yendo a buscar los polos norte y sur, con los exploradores del Yukón, del Canadá, de la Amazonia...¡y no digamos en las expediciones marítimas! Con Darwin, con Malaspina...una gozada...descubriendo el árbol del pan, los magnolios, las plantas tropicales...a la búsqueda del árbol de la quina, del cafeto, de la vainilla, de las especias...
Así que no os estrañéis de mi casita, que es tan poquita cosa. Yo ya le digo a mi maridín que cuando nos conocimos, teníamos que haber pasado de hacer como todo el mundo; nada de comprarnos una casa normal, con su hipoteca y todo, sino irnos a ver mundo con nuestros perros para encontrar nuestro sitio. Pero claro, la familia, los trabajos, las convenciones sociales...bueno, también fuimos felices así. Pero para futuros autosuf y gentes de bien que tenéis pensado embarcaros en aventuras fuera de los caminos trillados, os recomiendo que antes de caer en trampas socialmente correctas os liéis la manta a la cabeza y sigáis vuestros impulsos. Dejáos de tonterías, que total, hacer las cosas bien y con esfuerzo igual (casi siempre, al menos en Urbanilandia) no sirve para nada, y mirad más allá de los portales de las casas, pisos y demás habitáculos humanoides, que el mundo, aunque es duro, hacer frío, el sol te achicarra y el viento es un coñazo, el mundo, digo, está ahí fuera, lejos de la capa de contaminación urbana, de los convencionalismos sociales y de todo eso que, a la hora de la verdad, deja a las personas tiradas cuando ya no son productivas, competitivas y proactivas. Toma sermón papal.

4 comentarios:

Candela. dijo...

Robín , mejor tener la cabeza bien amueblada que no el chalet . De nada sirve tener sillas de maderas nobles, copas de cristales de bohemia ...... cuando al final no tienes tiempo ni para sentarte en la silla ni nada por el que brindar. Yo me siento en mi silla restaurada de oxido que me quedó genial, brindo por la vida y por la oportunidad de poder disfrutar de " mis cosas con quien quiero y cuando quiero " .
Ya muchos quisieran tener la mitad de esa casita y todo lo que tienes en tu cabecita Robín. Un saludo de Candela

pare - renasci dijo...

Yo al principio pensaba en una casa con grandes ventanales... luego lei un libro ( creo que era de Seymour ) que decia algo como.. para que quieres ventanales en una casa de campo si puedes estar fuera.
y veo que tiene toda la razon, para estar encerrados en casa pues uno no se va al campo a vivir

el maset mola, yo lo que veo chungo es la casita de madera... en cuanto encontreis petroleo en la finca, dejais la casita de madera como hivernadero y ampliais el maset todo de piedra :)

Dorisalon dijo...

Hola Robin, me recordais a los protagonistas de un libro que leí, que se llama "Entre limones" Genialese tipo de vida!!!

Carola dijo...

Robin, muy bien dicho!

saludos!

Carola