jueves, 14 de abril de 2011

ESPIRITU DE REBELION

En los primeros contactos que tuvimos con la gente de La Palma cuando el año pasado nos vinimos a vivir aquí ya nos dimos cuenta de que los habitantes de estas tierras eran de una pasta especial. Destacó sobre todo su opinión sobre las leyes que regulan la caza y las restricciones sobre los días de quemar restos de poda. Esta manera de ser me encantó, porque es la muestra de un pueblo vivo, con genio: gente que lo ha pasado mal durante la historia, en zonas de frontera (el río Ebro es una frontera natural) y con frecuencia frente de guerra. Cuando después de la guerra civil las autoridades impusieron los racionamientos, en las ciudades la gente pasó mucha hambre. Y lo peor: sin posibilidad alguna de conseguir por sus propios medios los recursos necesarios. Pisos, calles, cemento...¿dónde plantar? En los pueblos la situación no era mejor, pero en las tierras donde la gente nace con el espíritu rebelde se inventan opciones: aquí, por ejemplo, gentes precursoras de los alegres muchachos de Sherwood se montaron unos molinos clandestinos para fabricar aceite de oliva en algunas cuevas de la zona. Hoy en día, aún pueden verse las piedras de moler, los espartos para prensar...(a ver si podemos encontrarlas). Este espíritu es el que hace falta hoy en día, en la juventud urbana, por ejemplo: claro que en Urbanilandia no podemos esperar nada de personas de una generación que ha crecido pensando que los osos son de peluche, que hay que venderles las frutas peladas porque el esfuerzo de mondarlas puede dislocarles las manos y que la leche la dan los tetra-briks. Y que no se han arañado con una zarza en su vida, uy, que da el tétanos... ¡¡El espíritu de Sherwood vive en La Palma d´Ebre!!

5 comentarios:

Celina dijo...

arriba mujer que te aconpanan buenos espiritos

i dijo...

;-)

Chomp dijo...

Un poco nos falta de eso acá en la ciudad, y podríamos hacer mucho.

Hasta pronto.

Robin dijo...

En los pueblos la gente se ha sentido siempre más libre, dado que han estado más abandonados por las administraciones, que prefieren a la gente confinada en reductos urbanos donde son más fáciles de controlar y adiestrar. En las zonas rurales, la gente se sabe parte del entorno: y las disposiciones que vienen del exterior suenan a imposición. No sabéis lo que me llena el espíritu de rebeldía de zonas así: como en el Pirineo, con las zonas de contrabandistas...las zonas de frontera tienen su peligro, pero disfrutan de un encanto tan, tan especial...al menos para mí.

Robin dijo...

¡Ah! Y además, son zonas que se enriquecen con el contacto con el "otro", donde se empiezan a conocer los pueblos y las gentes que forman las diferents culturas...y donde se empiezan a formar las hibridaciones, que tanto favorecen la evolución de las especies.