domingo, 18 de marzo de 2012

RECUERDA LOS CIELOS DE ARCADIA...

Hace años, los sábados por la noche nos reuníamos un grupo de gente, y pasábamos horas y horas, en la masía La Casa Nova, donde pasábamos el fin de semana con nuestras familias, mirando el cielo. A veces hasta altas horas de la madrugada.
Conocíamos ya todas las constelaciones como la palma de nuestra mano. Sabíamos los nombres de las estrellas, usábamos prismáticos y nos dejábamos los ojillos intentando ver la nebulosa de Orión, Andrómeda, las Pléyades...
Eran agradabilísimas noches, en todas las estaciones del año: no importaba si era pleno invierno, si hacía frío o si nos acribillaban los mosquitos en el estío. Y lo más agradable de todo, es que nuestros vecinos eran niños. Hablábamos, contábamos las historias del cielo...
He olvidado muchas cosas. Tenía un excelente libro de astronomía, que explicaba las cosas del cielo. Se quedó en Urbanilandia.
Ahora, con los trabajos de la finca, llego cansada a la noche. No tengo ganas de observar el cielo. Ya no sé situar con precisión, sin tener que mirar siquiera, la posición de Casiopea, la Corona Boreal; si la luna está en fase ascendente o descendente...
Tengo que volver a aprenderlo. Porque las energías sutiles existen. Tengo que reconocerlo. Una vez más, observo que la germinación de las semillas depende de algo más que del día en que se han plantado o de la temperatura. Hay algo más.
-Empecemos por algo fácil. Sitúa la eclíptica.
-Esa sí sé dónde está.
-Pues ahora lo tenemos fantástico para empezar a repasar: mira, el equinoccio está próximo. El sol estará entonces en el punto vernal, en la constelación de Aries. Lo tienes a huevo. Observa, repasa, lee...y sobre todo, recuerda.
-Recordaré, Xènius, recordaré...