martes, 12 de junio de 2012

AUTOSUFICIENCIA Y MUERTE

Jopelines...un entierro cuesta 3.000 euros...
Consultados los estamentos adecuados, nos confirman que desde hace años estamos incluídos en la póliza de seguros de decesos de nuestros respectivos padres. Menos mal...EL OCASO, S.A...qué nombre, por Dios santo...
3.000 euros...y además esto es innegociable: el que queda vivo se tiene que hacer cargo del finado sí o sí...
Con lo fácil que sería enterrar a alguien debajo de su olivo favorito, o en el jardín de su casa, o en el bosque...pues no. Con toda la parafernalia. Y además para que, cuando viene otro detrás, se tenga que sacar el féretro con el cadáver del nicho para dejar paso al nuevo difunto, y los restos del primero van al osario...aunque siempre queda la incineración. Cenicillas al aire...urnillas en jardines.
Cuando éramos jardineros teníamos en un jardín un olivo con urna funeraria al pie. Suerte que con el paso del tiempo la tapa queda como sellada por el óxido; a prueba de bombas, porque con el cortacéspedes el abuelo incinerado se llevaba varios toques cada semana. Perdón, señor...me imagino el follón que me hubieran montado si llego a esparcir las cenizas del abuelito. Con lo gafe que soy...seguro que en día de viento...todo el abuelito volando...y yo rellenando la urna con hierba segada...para que no se note...
Ay ay ay...
Pues es un aspecto a tener en cuenta. Ya que la autosuficiencia mortal no está contemplada en nuestra sociedad, vale la pena quizás optar por un seguro que incluya este aspecto.
-No puedes incinerarte. Que estoy yo implantado. A ver si la batería de cristales de dilitio va a estallar...
-Pues mira, Xènius...encima fuegos artificiales, chato...
-Siempre diferente tú.
-Algo peculiar, nada más...

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