No he visto ajos más grandes que los que venden los gitanos. Sin denominación de origen, ni etiqueta, y me temo (para bien) que sin IVA. Aunque recolectamos ajos silvestres, este año hemos plantado unas cabezas en el huerto, porque nos quedamos cortos. Estamos usando muchos dientes de ajo para cocinar, por ejemplo, para hacer migas, plato que hemos incorporado a los menús sisquellanos. Estas cabezas de ajo del gitano ya están plantadas, diente a diente, aprovechando la luna menguante para que no se salgan de la tierra.
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