jueves, 1 de septiembre de 2016

UN REFUGIO DE PASTORES

Los bosques son riqueza. En La Mata de València d'Àneu, el abetal más grande de la Península Ibérica, unas pequeñas construcciones nos llaman la atención: unas primordiales cabañitas hechas con ramas y apoyadas en el tronco de los abetos nos enseñan cómo, en un entorno variado, rico en otras especies, diverso, los recursos permiten dar forma a la creatividad humana sin tantas fatiguitas cuando ésta es sencilla y modesta. Otra cosa fue la explotación forestal del siglo XX, que obligó al uso de herramientas y esfuerzos ímprobos encarnados en la figura de los tiradors, picadors, raiers...que surtieron de madera pirenaica a tantos lugares de la península. La economía pastoril, llevada de manera tradicional, apegada al entorno, es más respetuosa. Por cierto, cada vez tenemos más claro que el Pirineo fue tierra de unión entre pueblos vascos y más romanizados de más al este (eufemismo por catalanes) que se trasladaban transversalmente por la cordillera de valle en valle y sin tantos problemas de fronteras.

2 comentarios:

Juli Gan dijo...

La gente antes no se complicaba tanto, es verdad. Lo de los paseos pirenaicos de los habitantes de la cordillera está más que certificado. Un apunte que se da en toda la península. Si tu pueblo tiene un nombre que comienza con "Car, Quer, Gar, Tar o Tal" observa si está en un alto. Seguramente lo esté. Puede traducirse como cuesta, pendiente, camino que lleva a un alto. De estas, como "Queralbs" las hay, y muchas en el Pirineo.

Robin dijo...

Tengo que consultarte sobre el tema de Escalarre, un pueblo raruno con características peculiares: iglesia fuera del núcleo urbano, fama de originar reuma y neumonías a sus moradores y desde siempre muy pocos habitantes.