El siguiente paso es tal vez el que más impresiona a los
camacus urbanitas: hay que lavar las tripas que servirán como receptáculo para la carne picada. Vienen en un ovillo en salazón para su conservación, por lo que hay que desenmarañar y lavar cuidadosamente con agua templada. Luego se corta en fragmentos del tamaño que consideremos adecuado y se ata uno de los extremos con cuerda.
Ya estamos listos para colocar la boquilla en la máquina, abrir la tripa por uno de sus extremos y proceder a su relleno. Es importante que no quede aire en el interior, a la par que hay que evitar que la tripa reviente; parece difícil pero rápidamente se le pilla el tranquillo. El resultado toma forma reconocible.
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