La del fondo es Titi. En medio, Aina. Y en primer plano, Skifi. Coco y Blanquita andan por ahí. Pero no tardarán en venir, porque es hora de comer...
Después de comer, me suelo sentar aquí para mirar cosas del ordenador. Pues ojo, que no les roce, que protestan. Así que me quedo en un rinconcillo, tecleando como puedo y rapidito, nena, que no molestes nuestro sueño gatuno...
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ResponderEliminarPues lo tengo malamente, porque su sitio favorito es...en mi regazo...
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ResponderEliminarCurioso, nosotros también tenemos las dos estufas de casa en cruces telúricos (invernales), pues el gato se pone debajo de una o justo al lado de la otra; en verano siempre elige otros lugares…
ResponderEliminarHe tenido gatos toda la vida. Ahora tengo 8. Cada uno tiene su sitio favorito, eso es una peculiaridad, pero su denominador común es que siempre buscan un lugar calentito y blandito, y si puede ser "escondido", es decir, les gusta meterse en armarios, cajones, cajas, etc.
ResponderEliminarLo de que les gusta descansar en lugares perjudiciales para la salud del hombre es la mayor tontería que he leído en mi vida.
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ResponderEliminarEn la Edad Media decían que en las casas en que habían hermanos gemelos y se pasaba hambre, uno de ellos por las noches se transformaba en gato negro y se iba a buscar comida para la familia.
ResponderEliminarSuerte que Torquemada andaba por ahí...
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ResponderEliminarHe tenido docenas de gatas pariendo. No buscan ningún lugar de cruces telúricos ni allá donde emanan energías de la madre Tierra. Son más listas. Buscan un refugio tranquilo, discreto y cómodo. Y si hay "humanoides" al acecho, saben bien encontrar sitios desapercibidos para éstos. Esto en general, también he tenido casos de gatas que han parido en una caja de cartón a simple vista, otra entre las plantas... pero ya digo, buscan esconderse buscando seguridad y tranquilidad. Demasiada leyenda negra.
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ResponderEliminarA mí los gatos no me gustan especialmente. Son seres extraños con extrañas maneras de ser. Aún cuando pretenden acariciar, arañan.
ResponderEliminarSin embargo, establecen nexos conmigo, aún más extraños. Especialmente Aina, la gata madre.
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ResponderEliminarSí si...pero espero que nunca tengas que verte en medio de una pelea de gatos, teniendo que separar al padre del hijo que se están dando de mandobles que es un contento.
ResponderEliminarY luego se te quedan mirando pididendo socorro.
Próximo animal en La Sisquella: un elefante.
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ResponderEliminarMe los pillaré asiáticos, así cuando pasen ciclistas y motoristas por el camino, que con las trompas les pidan propinilla a cambio de una bendición, como aquella elefanta india de no sé qué santuario...da golpecicos con la trompa en la cabeza de la gente y ¡hala!, a cobrar...
ResponderEliminarMi gata Tequila, si estamos en verano busca los sitios más frescos, se estira en mitad del suelo de la cocina, incluso a veces en medio del plato de la ducha... ahora en invierno encima de cualquier trapo o jersey que dejes por medio jejeje... y cuando enciendo la calefacción debajo mismo del chorro de aire caliente (buffff) y por las noches se sube a la cama y se pone entre Juli y yo buscando el calorcito. Cuando está hasta el moño de nosotros se va a la habitación de Daniel y se esconde dentro de un cajon que tengo debajo de la cama lleno de mantas y edredones... no se si seran sitios con alteraciones telúricas, pero que es una lista de cuidado sí jejejeje
ResponderEliminarEsperamos que Tequila ya se encuentre recuperada: porque ella si que se pegó un buen TELURAZO con la caída...a ver si ya le quitan el yeso, pobreta.
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