Magnífica está la floración de los madroños este año. Cuelgan, como campanitas globulosas, las flores blanquecinas y opalescentes. Haría falta, como casi siempre por aquí, que lloviera un poco: la tierra está ya reseca en la superficie. Pero bueno, ya después de la sequía de este verano, he descubierto que la naturaleza se cuida ella solita y que después de todo, lo que pensemos o hagamos en La Sisquella tampoco va a solucionar gran cosa. Así que nos alegraremos la vista con esta vitalidad vegetal de
Arbutus unedo que es siempre signo de futuras fecundidades.
Cireretes de pastor!
ResponderEliminarmmmmm, a la tardor.
Alto contenido en alcoholes. Borrachitos, les llaman por ahí...
ResponderEliminarsi es que el que sabe, sabe, y se come los madroños...
A mí no me gustan... :(