Bueno, digamos que las personas que construyeron esta casa no tenían vértigo, ni niños pequeños, ni nada susceptible de despeñarse. Tal vez eran amantes de la escalada y el parapente. Porque el abismito que sirve de terraza a esta construcción no es moco de pavo. Eso sí, como a medio camino de la bajada, se dieran cuenta de que se habían olvidado de algo...cualquiera sube otra vez. Porque el camino que véis da una buena vuelta a la montaña para bajar al valle.
Este valle es muy bonito, poblado de chopos. Las hojas, descomponiéndose a causa de que el lugar es húmedo y umbrío, dan un curioso y característico olor alegre al aire, como de promesas de futuras fertilidades. Es un olor ácido, vital. Hay musgos en las rocas. Y hiedra. Me gusta este sitio.
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