Para resarcirnos de tales desmanes y refrescar las infernales perspectivas del planetilla que nos acoge, optamos por un plato fresco, con tomates recién cogidos y pícaras cebollas, ambas hortalizas de la huerta sisquellana, con un rulo de cabra que aporta la ración proteica. Seguro que a los cátaros les parecería un plato exquisito.
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