Que no ajo y agua, expresión recurrente de la extinta clase media española de hace unos años. Ahora ni ajo les queda. Nosotros tenemos ajo, aceite y perejil, así que procedemos a la elaboración de un clásico: dos dientes de ajo pelados y unas ramitas tiernas de la culinaria umbelífera se dejan macerar en un cuarto de litro de aceite de arbequina. Unos días y las propiedades de unos y otros se combinarán alquímicamente. Delicioso para echar sobre pan tostado.
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