Mientras tanto, las plantas del huerto siguen creciendo, ajenas a las humanas cuitas. Este año he decidido poner tutores a los guisantes. Aunque sean de porte bajo, acaban enmarañándose unos con otros y además las cañas les sirven para sujetarse y no dejarse amilanar por el viento. He tenido que enmendar con hierro, que si no se me ponían palidillos.
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