Da un poco de pena cambiar cosas de casa. Ya sé que soy una sentimental, quizás en exceso. Pero bueno, las nuevas cortinas de la casita de piedra son bonitas y además las he hecho yo a mano, con lo cual tienen también su valor añadido interior, que muestra externamente ese recoveco interno que me caracteriza y que tan hermoso me resulta: no me importa tanto la perfección como la voluntad.
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