Una vez los butifarrones han tomado forma y están atados por ambos extremos, debemos tomar una trascendental decisión: cuántos reservaremos para su consumo en fresco y cuántos pasarán a la despensa para ser el primordio de futuras longanizas, que deberán madurar pacientemente colgando de perchas durante semanas. Y así se consigue, en la alta montaña, tener comida para sobrevivir a los largos y fríos inviernos.
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