Asistimos a la exposición de la obra de J. Sánchez-Robustillo,
Manipulació de palés i bronzes en la Presó del Temple en Gandesa. El lugar es inquietante, aunque diáfano: eso tranquiliza, porque las celdas del Temple eran subterráneas, llenas de hierros e infestadas de humedades miasmáticas: no se andaban con chiquitas los monjes-guerreros.
La obra de Sánchez-Robustillo es limpia, también diáfana, con dominio de la técnica y una voluptuosidad terrena.
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