Todos los actos tienen consecuencias.
El héroe sabe que ante la traición sólo son posibles o el olvido o la venganza.
El primero es imposible.
La segunda empieza por ser consciente de la culpa del traidor.
El Remordimiento es hijo de la Traición y de la Culpa y hermanastro de la Venganza.
El Remordimiento es paciente: va trabajando al traidor aun cuando éste encuentre la mejor de las justificaciones para sus actos. Pero un día, el Remordimiento aflora y se manifiesta, y lo hace paralizando al traidor y enfrentándolo a su cobardía.
El Odio es inútil pero necesario. Odiar no tiene ningún efecto sobre lo odiado a no ser que el pensamiento se materialice a través de la acción. Pero el Odio es catártico: purifica a quien lo siente, abriendo la mente a todas y cada una de las facetas de la venganza y por lo tanto de lo oscuro, lo destructivo, el Mal potencialmente deseado, la aniquilación de lo odiado, su Némesis en definiva.
El Odio es inútil pero necesario. Odiar no tiene ningún efecto sobre lo odiado a no ser que el pensamiento se materialice a través de la acción. Pero el Odio es catártico: purifica a quien lo siente, abriendo la mente a todas y cada una de las facetas de la venganza y por lo tanto de lo oscuro, lo destructivo, el Mal potencialmente deseado, la aniquilación de lo odiado, su Némesis en definiva.
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