Para las observaciones astronómicas se requiere paciencia y un telescopio. El telescopio ya lo tengo, y mi paciencia la he ido cultivando con los años, de manera que al fin he conseguido ver con estos mis ojillos cosas maravillosas: Júpiter y tres de sus satélites galileanos, a saber, Io, Europa y Ganímedes, así como a Saturno y sus anillos, que estaban inclinados con el ángulo adecuado para ofrecernos un espectáculo sin igual. Una de las noches de San Juan más hermosas de mi vida.
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