Conocí hace tiempo a una pareja. Él era gurú yuyu, y ella era su consorte. Al parecer, se habían conocido desde toda la eternidad y habían vuelto a reunirse en este momento espacio-temporal.
Vivieron juntos muchos años, repletos de experiencias de sanación de sus clientes. Todo parecía ir energéticamente bien hasta que el gurú enfermó. La dolencia era muy grave y en breve tiempo le causó la muerte. Pero antes de morir, le prometió a su mujer que le daría una prueba de la existencia de vida después de la vida: de alguna manera se comunicaría con ella.
Y la mujer esperó y esperó. Y la prueba nunca llegó.
En estos días en que se conmemora la muerte, hay que pensar que quizás esas flores que se regalan a los muertos estarían mejor celebrando la vida. Mucha gente no sabe que en Japón, el crisantemo es símbolo de la alegría de vivir. Y es lo que tenemos que celebrar.
Así que este hermoso crisantemo gigante de tres colores está contento. Es una bella prueba de vida.
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