Nunca un lugar hizo mejor honor a su nombre: la Serra del Rovelló. Porque en efecto, después de varias horas de búsqueda, hemos encontrado un rovelló. Ni uno más.
Sin embargo, estamos contentos porque hemos hallado sajolida para embotar una nueva remesa de olivas.
Eso sí, el rovelló estaba sanísimo y exquisito.
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