Qué bueno es que las iglesias tengan su porche. Porque en sitios donde llueve a menudo estos porches, más o menos amplios, son lugar de refugio. Sant Martí de Llesp está en el Camino del Agua, y hay agua por abajo en el valle y por arriba porque llueve. Me apoyo en la piedra húmeda: hacía tiempo que no notaba la sensación del agua envolvente, fresca, reparadora.
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