En los bordes del barranco resaltan al dorado del atardecer las flores lilas de
Delphinium gracilis. Esta planta es muy tóxica porque contiene alcaloides potentes: nadie se la come y vive feliz fecundada por los insectos. Sólo habita en la península ibérica y en el norte de África, en lo que vendrían a ser los secanares. En verdad se parece a esos delfines que representaban los antiguos en mosaicos y frescos.
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