Nuestros progenitores sufren con la vida autosuficiente que hemos escogido. Aunque cuando hablan con nosotros se muestran de buen humor y risueños, por dentro algo se les ha descolocado en su manera de entender la vida. Se nota. El día de Navidad, nos llamó mi suegra: yo creo que de manera inconsciente, le salió una frase que deja bien a las claras que algo no encaja: y también es justo reconocer cierta tendencia mía a captar estas pequeñas traiciones del espíritu ajeno y magnificarlas. La frase en concreto fue:
-¿qué tenéis para comer?
Pero en la inflexión de su voz, la frase sonó:
-¿que, tenéis para comer...?
Es muy importante que leáis correctamente cada frase con el acento y sin acento en el qué, y en la segunda, la pausa que da la coma es fundamental. La frase, según se lea, es una inocente pregunta sobre el menú navideño, o bien es la expresión de una duda, de una angustia: ¿tenéis comida?
No entra en los planes de la gente de la anterior generación esto: simple y llanamente, no entienden el vivir sin trabajar para otro. La educación franquista fue muy eficaz en la dominación de las mentes de la gente humilde, e introdujo para siempre la idea de que para vivir hay que trabajar (para otro), que el que no trabaja es un vago y que hay que tener hijos. Lo demás, la vida alternativa, la opción diferente, les duele. Ellos hubieran sido felices si mi marido fuera un empleado de banca, y yo una maestra de escuela: es el eterno sueño de las madres. Que tuvieramos dos críos, un piso en la ciudad, a pocos minutos de donde ellos viven...que los llamáramos algún día (no muchos) para cuidar de los niños...
Pero la vida es así: hay que buscársela, y los tiempos en los que dejabas un trabajo y a los pocos minutos encontrabas otro creo que ha pasado definitivamente al olvido.
Hay una frase que se dijo del Cid Campeador: qué buen vasallo si tuviera buen señor...si a mí me hubieran dejado una tienda, un negocio para continuarlo, hubiera sido fantástico. Empezar algo nuevo ortodoxo hace mucho tiempo ya que requiere un heroísmo y una entrega de la cual carezco. Y además, se necesita bastante dinero. Prefiero vivir tranquila, aunque no tenga dinero. Dinero...como el billete de 20 euros que la madre de mi marido le deslizó a escondidas en el bolsillo cuando nos visitaron el otro día...¿ya tenéis para comer?
Quizá tampoco ayuda mucho el que no sea yo muy ortodoxa en temas familiares...¿qué se puede esperar de una mujer que en vez de la foto de sus sobrinitos, tiene sobre el mueble la foto de...sus perros? Está loca, está loca...
las suegras a la hoguera!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminary si se cabe a mi mujer tambien
jejeje
espero que no me vea si no cobro
Anfiaro, por Dios, qué violencias..je je. Mi suegra es una bendita mujer que no tiene ninguna mala intención, y esto de que el hijo se le haya ido al quinto pino la ha jorobado. Eso sí, esta vez no soy yo la culpable: el sitio lo escogió su querido hijo. Sólo añado que si en los quince años que estamos juntos, la familia se hubiera preocupado algo más de venir a visitarnos, y no se hubieran volcado tanto con los nietecitos, y si mis cuñados hubieran venido más a menudo a vernos (han venido tres veces en 15 años), quizás no estuvieramos tan lejos.
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