Mejor fortuna han corrido los chorizos gallegos que nos ha regalado Tania. Estos choricillos de apariencia francamente inquietante por organolépticas exacerbaciones han resultado suaves al paladar y excelentes compañeros de huevos fritos con patatillas. De todo punto recomendables.
Veganita mía, lo del choricillo tiene su puntín. Ese toque de dedito pulgar, me recuerdo el cuento de Jansen y Gretel. Creo que las tentaciones, a veces, solo son, regalos divinos.
ResponderEliminar¡¡¡ Al ataqueeeee...!!!
Jarlllll ¡¡¡ Que nos quiten lo bailao ¡¡¡
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