La neurociencia está empezando a postular que los deseos o la voluntad del individuo pueden alterar la realidad.
Esto no es cierto.
Indican algunos neurólogos que apuestan por esta capacidad humana que la voluntad expresada por sus múltiples facetas (anhelo, pretensión, visualización de objetivos, concentración) es capaz de modificar la estructura cerebral, y este sería el paso previo que conduciría a la transformación física de lo real. Sin embargo, no explican los mecanismos por los cuales este suceso acontece, invocando principalmente a la física cuántica.
La realidad se transforma por la mente a través del acto. Ninguna otra fuerza puede influir en el entorno. Lo que provoca la voluntad sobre el cerebro es el cambio en las capacidades de captar la realidad a través de los sentidos; pero no cambia lo real, sino cómo el individuo lo percibe.
Y la sabiduría popular, transmitida de generación en generación, así lo corrobora: el infierno está lleno de buenas intenciones.
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