Lleida es una ciudad muy vital. Tanto que como te metas en coche por dentro has begut oli. Te toparás un tráfico infernal batallando con decenas de rotondas, semáforos incongruentes y giros a la izquierda imposibles.
La manera de huir de semejante vorágine es acudir, como siempre, a lo arcano: subimos a la Seu Vella. El lugar es una muestra de la belleza arquitectónica que el ser humano es capaz de alcanzar si usa el conocimiento para construir.
El románico es especial, de la misma escuela que trajinaba más al sur, hacia La Terra Alta y las Terres de l'Ebre. Ya muestra la elevación del gótico, el anhelo de alcanzar la altura sublimando la piedra.
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