domingo, 15 de noviembre de 2020

ADIÓS, TOTO

Parecía que todo iba mejor. Toto caminaba con paso más firme, más seguro. Pedía su comida especial con ganas.

Hace tres días ví que atravesaba el campito de los almendros paseando, con determinación, como si hubiera recuperado la vista, como si supiera adónde se dirigía. Pensé: es una buena cosa, Toto se anima a dar una vueltecita.

Ya no volvió.

Ha sido inútil buscarlo: no está en ninguno de los sitios calientes donde sestean los gatos al atardecer buscando el calor del sol atrapado en la roca. Ni en la parte resguardada de detrás de la casa. Ni en el caliente gallinerito nuevo que no usan las gallinas porque los gatos han decidido que es para ellos.

Ha pasado como con Tom, nuestro viejo perro que se fue con las hadas al poco de llegar aquí. O como con el neo-Cartanyà que apareció de la nada y que era un pendenciero: después de tres días de un extraño sopor tras haberse peleado con un congénere, se esfumó sin más.

Hay una puerta entre mundos aquí, ya os lo dije una vez hace mucho tiempo.

No hay comentarios: