Madre mía lo que se ha formado porque toda la meteorología en pleno se ha equivocado en la previsión de un temporal de lluvia que, como era de esperar viendo la evolución de los modelos, no iba a producirse. De hijos de mala madre para arriba, se ha podido leer toda una colección de metáforas floridas. Hay quien tiene razón, porque los agricultores, seducidos por estos cantos de sirena, habían hecho un órdago a la grande y habían labrado y vuelto a sembrar en una última oportunidad antes del desastre final; ha sido en vano.
Yo les aconsejo a los próceres de la méteo que para acabar con tales desmanes se limiten a dar el pronóstico a 72 horas como máximo, señalando la probabilidad decreciente de que se haga realidad. Y no dar alas a más elucubraciones que les restan prestigio y que causan males morales (íntimos y acaso sin importancia) y peor aún, económicos.
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