Como tarotista soy un desatre: no acierto ni una. El último caso fue un hombrecillo vasco a quien pronostiqué un inminente casorio seguido de una rápida paternidad; a los pocos meses, la novia lo abandonó, dejando huérfanas a sus viriles semillas...
Un hacha de la adivinación, vamos.
Sin embargo, pienso que he encontrado mi arte: las runas. Estas 24 piececillas que no hace falta comprar, puesto que con un tronquito de olivo y un boli rojo las tienes hechas en casa, representan un alfabeto nórdico, aunque su significado escrito nada tiene que ver con su simbolismo adivinatorio. Leí sobre ellas y las asimilé de inmediato.
Es muy divertido consultar las runas...y satisface comprobar que saben...formamos un buen equipo, ellas y yo.
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