jueves, 27 de agosto de 2020

LA VIEJA NORMALIDAD (IV)

He hablado con una persona cuyo padre vivió epidemias invernales a mediados del siglo XX. En un pueblo de 1000 habitantes, perdido en la Ribera del Ebro, cada tarde, a la vuelta de recoger las olivas, tenían noticia de una o dos defunciones. Una mortandad. En tiempos pretéritos, cada pueblo tenía un médico que vivía allí. Cuando había epidemias, iba cada día a visitar casa por casa a los enfermos acompañado de una enfermera. Me ha hecho gracia el hecho de que el médico solía entrar fumando un caliqueño, un puro rústico de la zona, porque el humo del tabaco les protegía de ser infectados - decían.

No hay comentarios: