sábado, 8 de noviembre de 2025

MONROYO (I)


 En Monroyo son pocos habitantes (apenas pasan de 300) pero las casas son caserones. Se nota que Teruel fue zona de caballeros e hidalgos. Nos vamos a recargar provisiones a la muy noble villa turolense porque está en feria de productos alimenticios y artesanía. 

Hace mucho frío: los lugareños sonríen mientras se arrebujan en los abrigos cuando salen de los portales. Pero los gaiteros, la churrería, el calor que emana la brasa donde se cocinan chistorras, longanizas, panceta y salchichas para hacer bocadillos caldean el fino aire cortante. 

Siguiendo nuestra tendencia a ascender monte arriba, lo primero que hacemos es subir a la Mola o Muela, que de ambas maneras se conoce la roca que protege al pueblo y allí se habla chapurreau, una bella combinación de lenguas limítrofes. Hace mucho viento y la cuesta exige, pero hay que hacer homenaje a la roca sagrada.


Desde la Mola se ve todo. Enfrente tenemos Penya-roja de Tastavins. 


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