La cultura japonesa valora especialmente los bonsais naturales. Son éstos arbolillos que han crecido en lugares desfavorables y adquieren tamaños reducidos y formas torturadas. En esta zona de tan peculiar climatología, crecen al abrigo de sombras boscosas de pino blanco unos pequeños retoños de acebuche, el olivo primitivo, original, de la Mediterránia. Hemos pensado que bien merecen unos amorosos cuidados, y aquí los tenemos, a nuestro lado, siendo mimados para que pasen del estado de protobonsai a bonsai pleno. El bonsai de olivo es especialmente delicado, porque aunque resulta muy resistente por la genética de la planta, su necesidad de riego se incrementa con el pequeño tamaño del recipiente que alberga el sistema radicular. Un equilibrio perfecto entre bonsai y nosotros es imprescindible. Una interacción que es todo un arte.
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