jueves, 30 de noviembre de 2017

LA CUPULA

Cuando vivía en Urbanilandia y estudiaba en la UAB debía desplazarme cada día en tren. A medida que me alejaba de la urbe, el panorama se abría y se agrandaba la perspectiva, hasta alcanzar a ver la silueta de la ciudad cubierta por una cúpula malvácea de gases contaminantes.
Ahora ya se ha llegado al punto fatídico en el cual los hospitales constatan que sí, que la contaminación está directamente relacionada con el aumento de infartos, con la hipertensión y la exacerbación de episodios y muerte por patologías respiratorias.
Ya no hay libertad de circulación de vehículos en Barcelona: ahora, todos con su pegatina identificativa, cual minorías estigmatizadas.
Esto cada vez se complica más. Más normas, más leyes, más peligro de caer en el error...
Menos libertad. Siempre cúpulas sobre las cabezas del pueblo pobre, que no puede costearse un híbrido o un eléctrico.

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