En estos pueblos hay una tendencia arcana a la monumentalidad. Las iglesias alcanzan proporciones considerables. Tal es el caso de la de Sant Llorenç, con su parrilla y todo, custodiado por otros santos torturados como Sant Sebastià, asaeteado sin piedad.
Por supuesto, en todo pueblo de Catalunya en el que haya Lugar de Poder hay que buscar al Temple. Y aquí está la ermita de la Mare de Déu de Gràcia, de origen templario. Atención a la silueta inquietante de la ventana de la izquierda.
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