Se nos ha ocurrido ir a visitar un lugar frescal que promete la sombra de los grandes árboles de ribera. El sitio nos es conocido y esperábamos pasar un rato agradable.
Pero todo ha cambiado. Antes cuidaban el vallecillo: una balsa recogía el agua que le llegaba por unos canales. Y había un escondido huerto y unos hermosos nogales jóvenes.
Pero ya no hay nadie. Y el huerto es un matojal, y el agua no llega porque se han roto los canales y los nogales han muerto casi todos. Ahora es una insana pradera llena de insectos que nos han acribillado.
Sólo queda la fantasmagórica decadencia.
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