Nos avisan de que en Prat de Comte hay una Fira. Y allá que vamos. ¡Y menuda sorpresa! Vaya pueblo bonito y vaya vidilla que tiene. Se nota que está en la zona altanera dels Ports. La montaña, filigranada de pliegues geológicos y restos fósiles de vida arcana, ennoblece todo lo que se asienta a su vera. Esto es una manera poética de decir que Prat de Comte es un pueblo pelín pijo.
Aquí no hay problema para comprar licores destilados de 50 grados, orfebrería fina y artesanal, quesos y embutidos que vienen de la emblemática Osona, hierbas y productos medicinales aragoneses, destilados de lavanda surgidos de las boquillas de en apariencia inocentes alambiques que pretenden estar en desuso...
En los bajos de muchas casas, exposiciones sobre la geología - de la cual se sienten orgullosos (con razón) -, de alfarería, de obtención de esencias vegetales...
¡Vaya descubrimiento!
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