El joven heredero de los marqueses de Triscal es criatura de enjundia gastronómica. Catador de vinos y aceites, nos honra con la opinión totalmente libre de nuestras influencias de que el aceite sisquellano es el mejor de todos los que ha tenido a bien catar. En premio a tal halago (merecido, por otra parte), organizamos una comilona en base a codillo con judías, ensalada sisquellana y otros aditamentos de sublime exquisitez. Lo mejor, como siempre, la compañía, excepción hecha de algunos tábanos que atacan bajo las sillas y que pican como demonios en la parte posterior de las piernas, zonas de doblez de las rodillas incluídas y nalguillas.
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