Las alubias resultaron demasiado contundentes.
Así conocían en el siglo pasado a la apendicitis. Qué nombre tan descriptivo...
El lunes por la mañana me encontré mal.
Fallo no bajar antes.
El miércoles por la noche me operaban de urgencias.
Horroroso. El apéndice, gangrenoso, estaba a punto de estallar.
Nada, que la vida natural no nos salva de sustos de este calibre.
2 comentarios:
vaya tela......cuídate aunque sois duros como rocas...un saludo y a recuperarse pronto.
Gracias majo. De verdad que es para cagarse, con perdón de la mesa.
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