domingo, 4 de agosto de 2019

ERMITA DE SANT FRANCISCO



Ni San Francisco ni Sant Francesc: un híbrido entre català y castellano da nombre a esta ermita de Sant Francisco que cuenta desde tiempos remotos con la ferviente devoción de las gentes de La Fatarella. Una romería anual les hace ir caminando desde el pueblo a la ermita, y ya son ganas, porque el telúrico lugar está a 11 kilómetros de distancia. Pero el esfuerzo se da por bien empleado, y me explico.
Nos da la bienvenida una capillita con la figura de una virgen a la que le falta una manita. Nos apena el hecho.


Como buena ermita, el edificio marca la presencia de una fuente de aguas con propiedades medicinales; en este caso, el agua de Sant Francisco cura las dolencias de los ojos. Hoy no sale casi agua: la sequía aprieta y el muy agreste paisaje de este valle con el nombre del santo debe absorber cualquier rastro de humedad como una esponja antes de darla por sobrante.


Eso sí, los olivos, invictos, crecen dando olivas de las variedades empeltre, morruda y picual.


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