lunes, 12 de agosto de 2019

LOS PEQUEÑOS MILAGROS

Si a los pinos les ha quedo sin quemar ni que sea una ramita siquiera, el pino no ha muerto. Día tras día voy a pasear por los bosques quemados visitando los árboles, comprobando cómo cambia el sonido del viento de un bosque vivo a uno muerto...en éste, el aire adquiere el tono hiriente de lo fantasmal, de lo inerte.
Pero la visita casi diaria me reserva, acaso a modo de señal mística, una sorpresa esta vez: de las ramas desecadas, entre las acículas muertas, nacen yemas nuevas. Les cuesta crecer, porque a la savia, que ahora es lágrima de resina visible que emerge de la corteza, impulsada hacia arriba por las raíces, le falta el tiro de la evaporación de las acículas. Pero poco a poco, día a día, las yemas vencerán.

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