Con ella se va la última representante del trío primigenio: Coco, Aina y Titi.
Este planeta es una 💩.
Hace demasiado calor, así que nos quedamos a cenar en Graus. A mí no me ha hecho falta pasar del primer plato de la carta: la ensalada de queso de rulo de cabra con ensalada y frutos secos.
Maridín, más clásico, pide un combinado porque así le dará trocitos de carne a Kira, Neula y Gala.
A última hora tampoco refresca, pero ya tenemos que bajar porque nos van a dar las tantas. Pasamos por delante de la ermita de San Miguel, y carretera y...manta va a ser que no.
Apenas unos restos difíciles de identificar marcan la presencia de la ermita de Santa Magdalena en Graus -cosas de los templarios -al final de un bonito sendero que sale de la puerta de Santiago. El paseo está adecuado con farolas, bancos y unas cajas con libros para leer allí sentados o para llevarlos a casa y luego devolverlos.
Enfrente de la ruina, la espada de las batallas medievales, de luchas contra los sarracenos. La espada en la piedra. Más cerca del Grial.
Bajamos a Graus. Qué calor...el Pirineo está igual de perdido que el resto de la península. De hecho, se declara un incendio en el Pueyo de Araguás. El cielo se tiñe de esas nubes de humo deshilachadas, naranjas y rosas.
El Turbón, a la salida de la basílica de la Virgen de la Peña.
Graus está enclavado a la vera del río Ésera y tiene al norte el Turbón y a la cabecera a la peña del Morral. Si subes a la basílica de la Virgen de la Peña, estás en la línea telúrica que une ambas formaciones. Subimos porque está abierta, esta vez sí nos acoge el lugar. Hacemos lo que hemos venido a hacer, bajamos y nos dedicamos a pasear por el pueblo, compramos verduras y frutas y viandas de la tierra.
La iglesia dedicada a Santiago está cerrada, claro. En lo alto de la calle, una capillita a San Cristóbal rodeada de flores es consuelo de caminantes a 36 pirenaicos grados, con un grifo de agua buena.
Piscina sí hay. Pero con los cánidos preferimos el río Isábena, libre de trabas.
En una era y debajo de una parra llena de racimos colgantes se está de maravilla. Josep se entretiene explicándole su vida y milagros a unos lugareños allí sentados mientras visito el museo. Hay tres partes, cuatro si añadimos la construcción por sí misma: el corral, la habitación de los objetos antiguos y la colección de maquetas de barcos y aviones del señor Vicen.
No me gustan mucho los museos de antiguos enseres porque emanan una tristeza de tiempos pasados mejores (o diferentes) y siempre queda un remanente de quienes los usaron con cariño. Allí hay de todo lo que se necesitaba para vivir en estas tierras ribagorzanas hace decenios: si se acabara el mundo, podríamos sobrevivir en Roda de Isábena. Esto me alegra: nunca se sabe...
Unos pocos ejemplos de todo lo que hay en el museo
La parte de las maquetas es impresionante. Viejos conocidos como la Bounty, el Endeavour, el Cutty Sark, las carabelas de Colón, el Beagle, y por supuesto, el Titanic.
De aviones, decenas de réplicas desde los primeros momentos de la navegación aérea. Un trabajo de muchos años...
En el corral, las gallinitas nos observan agrupadas y algo desconfiadas. No pasa nada: ¡estáis en buenas manos!
Después de pagar 620 talegos por cambiar filtros y aceite del coche y reparar el aire acondicionado (un tubo de nada, según el mecánico) nos largamos al Pirineo Aragonés.
Llegamos a Roda de Isábena para visitar la famosa catedral del Pirineo, la más prestigiosa. Pues que el párroco, allí presente y a punto de jubilarse, que no tiene la llave, que la tiene el obispado y sólo abren los fines de semana. Que llamemos al obispado para quejarnos. Sospechoso, pero bueno. Le lanzo anatema diciendo que si Dios me rechaza adoraré al Turbón, el monte de las brujas, pero no me hace caso y me dice que "los perros tienen sed, dales agua". "Que ya han bebido y los hemos remojado en la fuente del mirador hace 15 minutos".
El bar, ante este panorama, sólo abre los fines de semana. Y allí sólo hay visitable el museo de la era de Vicen. Pues allá iremos.
Dos cuevas son visitables en Benifallet: la Cova del Dos y la Meravella. Así que os dejo el enlace a la web https://www.benifallet.cat/turisme/les-coves-meravelles y recomiendo la visita encarecidamente, porque el personal que regenta el lugar es muy amable y hay una sorpresa final muy bonita.
En la Cova del Dos vivieron antepasados nuestros.
Vamos cosechando unos tomatitos cherry alargados, los de la Reina que les llamo yo. Guardaré semillas de nuevo porque esas tomaterillas son heroicas.
En este tiempo tan caluroso, hay que procurar no encender la cocina para nada 🫠
Si veis que se seca el clavel de poeta, no lo dejéis de regar y por supuesto no lo tiréis, porque vuelve a rebrotar. Se quitan las ramas que han dado semillas y vuelve a florecer.
Una calurosa noche de verano. Pues a refrescarse comiendo sandía a la luz de la casita luminosa. Esto no va muy bien porque después, a las tres de la madrugada tienes pipi y te tienes que levantar de la cama, lo cual es un incordio, sobre todo si luego no te puedes volver a dormir. ¡Pero todos los males fueran esos!
Jopelines, hasta el pino más gordo se ha venido abajo con los vientos de la última tormenta. Menos mal que ha tenido a bien no caer sobre la casa y se ha apoyado en otro pino. Estaba seco e intentamos cortarlo, pero era ya demasiado alto para que Josep se subiese después de su accidente.
Una planta que resiste muy bien las condiciones sisquellanas en interior es el tronco del Brasil. Lo compramos muy pequeño en un supermercado y en pocos meses se ha hecho así de hermoso.
