La mayor alegría que puede tener un agricultor es que alguien con criterio gastronómico use sus hortalizas y las sepa valorar: criadas sin ningún tipo de sustancia química -ni abonos de síntesis ni insecticidas, fungicidas ni herbicidas- y formada por tierra, sol y agua. Del huerto a la mesa. Hoy en día es un lujo.
Los pimientos choriceros vascos han sido una incorporación excepcional. Ya colgados en el secadero, prometen delicias gastronómicas en las manos adecuadas.
2 comentarios:
Parece que poco a poco la gente va entrando en eso del slow food.
No les queda otra. O eso o úlceras gástricas o duodenales y/o coloneses irritables...
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