-Treinta años no es nada, como dice el tango. Lo que importa es que ya estoy aquí.
-Es verdad...y yo que me alegro...
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Todo empezó una noche, cuando contaba yo con veinte y pocos años. Esa noche tuve un sueño. Durante un viaje en coche, llegaba con mi familia a un solitario lugar montañoso. No sabíamos donde estábamos, así que paramos el coche ante una masía de la que salió un señor.
-Este lugar se llama Tivissa- nos dijo.
Al despertarme por la mañana seguía recordando vivamente el sueño. Nunca había escuchado ese nombre, Tivissa...¿existiría? Me levanté y cogí el atlas de la estantería; me fui al índice y busqué la T. Ante mi asombro, el topónimo correspondía a un lugar real. Tomé nota de las coordenadas y busqué en el mapa...
Tarragona. Lejos de Barcelona, donde vivía. Pensé que tenía que ir...el sueño lo requería...
El tiempo pasa rápido. Tanto que hace ahora 30 años de aquel sueño. Pero he venido: estoy en Tivissa, 30 años después de soñarla...no la he olvidado. Algunos seres somos así: hacemos real la materia de los sueños.
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