Las fiestas mayores de los pueblos son eventos tales que en sus preparativos se abren las fauces de los infiernos. Porque siempre hay que ser la mejor aldea en tiempo y forma. Y pasa que la gente se pone muy nerviosa, se tensa y obsequia al personal trabajador con exabruptos que no pueden ser tolerados y hay que reseñar. Desde un "si por mí fuera estarías despedido" a un "venga, muévete, qué haces desayunando" podría desgajar yo la mandarina del carácter de la josepmariada, antes conocida como els menestrals en petit comitè. En el fondo, todo esto se debe a que buena parte de los votos de las familias de cierto caché -según los baremos al uso, siempre dinerarios, nunca intelectuales- dependen de si quedan conformes con la mesa que les adjudican en el baile de gala y si la orquesta está bien afinada. Ah, y si la vedette enseña cacha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario