No me cansaré de repetirlo, una y mil veces. Esta vez nos asesoran desde la antigua Sumer. Sí, nada mejor que hacer un estudio comparativo de las antiguas civilizaciones y de la Biblia en lectura simultánea para darse cuenta de que la humanidad siempre ha sido belicosa y que desde antiguo prima la violencia, la fuerza bruta, el sojuzgar al vecino.
Motivación: el ideal judeo-cristiano se apropia de la conciencia en su forma de alma para decirnos que tendremos la recompensa a nuestro sufrimiento en otra vida. Y si sufrimos, somos buenos. A más sufrimiento, más bondad. Y Dios nos quiere.
Va a ser que no.
Nada se avanzará hasta que el ser humano comprenda que no hay recompensa por ser bueno, por seguir las normas establecidas de manera becerril y sin crítica. Que el ser buenos hijos, buenos esposos, buenos trabajadores, no garantiza una vida mínimamente sencilla.
No.
A estas alturas tenemos una duda metafísica, sin embargo. Tenemos dos opciones:
-ser ortodoxos, seguir las normas y esperar la compensación, que va a ser que no. Es el borreguismo establecido.
-ser malos, conseguir poder, y una vez con él, usarlo para buenos fines. Hay gente que ha obrado así. Digamos que han sido unos cabrones con esperanza.
Se admiten más hipótesis. Yo, de momento, que opté por la primera, reconozco mi error. La segunda es mejor. Si tuviera hijos, sería esa la que les recomendaría sin duda alguna.
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