Anécdotas de una hospitalización no deseada.
Es salir de nuestro reducto montañés y encontrarnos con tanta...tanta...en fin, no calificaré para no ofender mentes abtrusas.Recordamos ahora anécdotas de nuestra estancia en el hospital. Ejerzo yo de acompañante inquieta del invitado ingresado por su dolencia. Me preguntan varias veces si soy familiar: no, soy amiga.
Pues parece que la amistad sincera no goza de ningún tipo de consideración en nuestra sociedad actual, tal vez acaso por su escasa preponderancia dentro de las relaciones humanas, o tal vez porque ya es sentimiento arcano que no se practica entre personas. La cosa es que algún doctor, prepotente donde los haya y por tal cosa apodado el sardina debido a su estirado porte me obliga a abandonar la habitación para comunicar su veredicto al paciente. De nada sirve el requerimiento del ingresado, que desea que yo permanezca a su lado: el médico, sensible representante de lo que vamos a llamar la globalización de la estupidez, le contesta un rotundo: ella no es nada para usted.
Formidable.
Así pues decidimos colonizar la habitación del hospital e implantar la augusta disciplina de las legiones conquistadoras romanas. SPQR Sisquellanica.
Con consiguiente bronca por parte de una seca enfermera, quemada por los recortes en su nómina, y que nos pasamos por el arco de triunfo de Trajano.
2 comentarios:
¿Has leído "La conjura de los necios"?. En su prólogo dice: " A un Genio se le reconoce; porque todos los necios se confabulan en su contra".
Si eso te ocurre frecuentemente, ya sabes los que eres...
Si esto conllevara alguna ventaja...me temo que no demasiadas, al menos a nivel práctico. Siempre nos quedará el derecho al reconocimiento mútuo, placer nada desdeñable, por cierto.
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