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Iglesia de Sant Antoni |
Los pueblos del interior catalán duermen el sueño de la vejez. Siestas veladas por enormes iglesias a las que apenas entran unas pocas personas añosas, salvo en alguna ceremonia esporádica que requiere pompa y boato: bodas de pastel, comuniones con niños ataviados con bizarros e inquietantes trajecitos, marineros ellos,
niñas de la curva ellas. No hay bautizos; frecuentes son los entierros. El crucero preside la plaza: en tiempos fue hito del camino. Hoy también, para viajeros menos evidentes.
2 comentarios:
Hola Robin:
Solaamente comentar que el texto que has escrito hoy te ha quedado boedado a la perfección. ¡Excelente!
Un saludo
Gracias hombre. Cortito y descriptivo de una realidad desgraciada en el fondo. Ojalá pudiéramos hablar de movimiento, gente nueva, prosperidad...
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