martes, 14 de junio de 2016

BELLAGUARDA (y III)

Iglesia de Sant Antoni
Los pueblos del interior catalán duermen el sueño de la vejez. Siestas veladas por enormes iglesias a las que apenas entran unas pocas personas añosas, salvo en alguna ceremonia esporádica que requiere pompa y boato: bodas de pastel, comuniones con niños ataviados con bizarros e inquietantes trajecitos, marineros ellos, niñas de la curva ellas. No hay bautizos; frecuentes son los entierros. El crucero preside la plaza: en tiempos fue hito del camino. Hoy también, para viajeros menos evidentes.

2 comentarios:

franclips dijo...

Hola Robin:
Solaamente comentar que el texto que has escrito hoy te ha quedado boedado a la perfección. ¡Excelente!
Un saludo

Robin dijo...

Gracias hombre. Cortito y descriptivo de una realidad desgraciada en el fondo. Ojalá pudiéramos hablar de movimiento, gente nueva, prosperidad...